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GALICIA INMIGRANTE



                            Publicado en el Diario La Antena de San Juan de los Morros Venezuela, el 19 de octubre de 2008

Columna de Papel      Juan Yáñez         

                        A la memoria de mis padres.

                               Airiños, airiños  aires, / airiños  d’a miña terra; / airiños, airiños aires, / airiños, leváime á ela.
                                                               Comenzamos estas líneas transcribiendo la primera estrofa de una de las más bellas poesías de la escritora gallega, Rosalía de Castro. En la misma, su autora nos muestra la nostalgia por la tierra que la vio nacer y criar. Ese sentimiento se inspira en el amor al terruño, tan exteriorizado por los inmigrantes en general y en particular por los gallegos.

 Galicia ha sido a partir del descubrimiento de América uno de los gentilicios que más ha aportado en presencia humana a los países latinoamericanos.

 El primer inmigrante gallego que llega a tierras americanas, viene con Colon y es nada menos que su nave capitana, la Santa María, apodada “La Gallega”, por ser construida en astilleros de la provincia de Pontevedra.

 La nao no regresó a España, quedó en tierras latinoamericanas al encallar en Haití y ser usado su casco en la construcción de un fuerte.

 Los gallegos y otros pueblos de Europa  llegaron a América Latina en oleadas sucesivas, principalmente a partir de la segunda mitad del siglo XIX y se mantuvo esta inmigración hasta un poco más allá de la primera mitad del siglo veinte. Este fenómeno poblacional consiste en abandonar el país de origen, en el cual han vivido por generaciones, para dirigirse a otro con la intención de residir en él de  forma temporaria o definitiva. Las razones de estas migraciones parten de las condiciones de vida,  menguadas y difíciles que muchos pueblos del mundo han soportado y por ello la necesidad de emigrar en busca de mejores escenarios de existencia.

 Galicia está situada en el noroeste de España. Se la conoce con el apodo  de tierra de castros y lobos; en que  se encuentran iglesias por doquier y unos extensos valles húmedos y verdes
. Los castros son fortificaciones detrás de las cuales se refugiaban las tribus o los clanes de origen céltico. La llegada de los romanos forzó a estos a abandonar a aquellos bien defendidos muros y establecerse en las tierras bajas para colonizarlos e integrarlos culturalmente. El idioma gallego, deriva del latín y el nombre de la región fue dado por lo romanos, quien la  llamaron Gallaecia.

 Asimismo construyeron un excelente sistema vial. Aún hoy se conservan largos tramos de caminos empedrados, en los que todavía es posible circular y vadear ríos por resistentes puentes.

 Hasta la Torre de Hércules, en A Coruña, se conserva como el único faro romano en pié en el mundo. Luego durante la edad media el infortunio llegó a estas tierras cuando comenzaron a establecerse los yugos feudales, ávidos de apropiarse de lo poco que el campesino producía. Estas ruines instituciones eran  amparadas y apoyadas por la monarquía castellana y otros poderes de naturaleza eclesiástica, los que  llevaron al pueblo gallego a la miseria, a la injusticia y al atraso más absoluto.

 Hubo revueltas en las que participaron al igual todas las clases sociales, integradas por hidalgos, burgueses, campesinos y marineros.
 Las rebeliones organizadas fueron derrotadas y sus valientes hombres aniquilados salvajemente.

 Asimismo fueron derrocadas  las monarquías locales. A partir de allí se consolidó el estado monárquico absoluto español,  afianzado durante  la regencia de los Reyes Católicos y que se extendió por los siglos con la más descarada autocracia, la que posteriormente continuaron otros gobernantes.

 El país fue incapaz de establecer un desarrollo económico propio  y soportó los abusos y la opresión que lo llevaron a un atraso definitorio.

 Estas circunstancias provocaron  el éxodo masivo, que sus autores dieron desfachatadamente en llamar: hábito migratorio del pueblo gallego".
.”.
En América los gallegos, acostumbrados por su procedencia rural a los más duros trabajos, fueron eficientes hasta en las labores más agotadoras.

 Muchos eran iletrados por la sencilla razón de que en Galicia no había suficientes escuelas ni oportunidades para culturizarse.
 Conocidos son los “chistes de gallegos”, que de esas circunstancias se derivan.

 Estos hombres y mujeres establecidos en América, lucharon y a fuerza de trabajo y sacrificio alcanzaron a vivir dignamente.
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Pocos de ellos  consolidaron una alta  posición, los más se convirtieron en comerciantes, industriales,  artesanos o se emplearon en empresas. Formaron una familia, nacieron los hijos, a  quienes América les dio la oportunidad de educarse y convertirse en muchos casos en eficientes y valiosos profesionales, empresarios y hasta políticos prominentes.

 Buenos Aires fue la ciudad latinoamericana preferida por los gallegos. Allí se estableció el primer “Centro Gallego” de América en 1870.
 Allí también se fundó el primer “Banco de Galicia” del mundo, propiedad de gallegos inmigrantes, que llegaron al país solo con esperanzas y entusiasmo. Lo que no dio España, América lo vertió con creces.…
 Hoy día la mayoría de los gallegos inmigrantes se han ido de este mundo, quedamos hijos, nietos y biznietos, que no nos olvidamos de nuestro origen y de las amargas circunstancias que soportaron nuestros mayores. Va a ellos nuestro recuerdo y  reconocimiento... Por nuestra parte, nos queda el  compromiso de luchar por estas tierras americanas que ante todo y a Dios gracias,  constituyen la verdadera  y querida patria nuestra…