ahora es cuando hay...

desde nuestro refugio encantado en San Juan de los Morros, Venezuela.., notas, artículos, curiosidades, visitantes ilustres, opiniones, comentarios etc, todo aquello que nos motive publicar...

El acontecer humano y también divino..; concretamente lo que nos acerque, nos una y podamos compartir...

.

Binvenidos amigos todos.., es nuestra intención hacer de la palabra un arte y por medio de ella comunicarmos y establecer los vínculos de amistad...

Gráficas, thanks to: elhuyar-blogak.org

ALGO SE MUEVE



COLUMNA  DE  PAPEL                                  Juan Yáñez

                                              
                                      Con estas tres sencillas  palabras, -según creo recordar haber leído alguna vez- Einstein dio respuesta a un obstinado  periodista que le había solicitado una explicación clara y breve sobre su célebre teoría de la relatividad, que fuera entendible fácilmente  por todas las personas. La contestación, probablemente dicha de sopetón y hasta  molesto por el acoso de la prensa, tiene una buena dosis de  ironía y  picardía, la que  no deja de ser estimable tomando en cuenta de quien viene.  

 En su brevedad se guardan años de esfuerzo e investigación sobre la naturaleza de la materia y la radiación. Estos dos elementos fueron desde que se establecieron las leyes de la mecánica y la electricidad,  motivos de vacilaciones e imprecisiones por parte de los físicos y matemáticos, que en aquellos tiempos eran llamados con el altisonante nombre de: filósofos de las leyes naturales.

 Era claro que los científicos se habían quedado en la ingenuidad de aplicar las leyes mecánicas y también  las eléctricas, para entender a la energía y la materia. Las primeras, eran y todavía  son  buenas para las máquinas y para todo aquello que las complemente, pero definitivamente inútiles para comprender el comportamiento de las radiaciones, (por ejemplo: la luz)  y la materia.

. El descubrimiento de Einstein descarta la teoría de la materia, para establecer la teoría de las medidas. Dicho en otras palabras, había llegado a la conclusión que toda medición del espacio y del tiempo es subjetiva.

 En su teoría instituye el principio de la relatividad, según el cual las leyes físicas son las mismas en todos los sistemas de inercia de referencia (cuando algo está quieto) y el principio de la invariabilidad de la velocidad de la luz, que es una constante. De allí dedujo la famosísima fórmula: E = m.c2 , que relaciona la energía (E), con la masa (m) y la velocidad de la luz (c).

 Ahora, alejándonos de lo científico y acercándonos al entender cotidiano y diciendo algo más que “algo se mueve”, se podría dar una idea general sobre la relatividad, de manera causísta y elemental,  para cualquier amplitud de entendimiento. Para  ello y a modo de ejemplo diremos…: Que no es lo mismo pasar una hora en un potro de tortura; que en compañía de una agraciada damisela, -para los caballeros- o por un encantador príncipe azul, -para las damas-.   En el primer caso una hora  sería interminable y en el segundo, un brevísimo instante. Eso es la relatividad del tiempo…, a la criolla,  por supuesto…,  aunque perfectamente válida y sabia.

 Lo cierto, fue que la Providencia puso en la mente de Einstein la solución  -sólo en el cálculo- de todo aquello que la ciencia necesitaría en su correcta  evolución. La tesis de Einstein,  rompía todos los esquemas de su época y era difícilmente demostrable. Apenas fue aceptada por los especialistas, quienes sostenían que la única fuente del conocimiento era la experiencia y no el fruto de una profunda intuición y análisis abstractos. A pesar de todo conmovió al mundo científico y paulatinamente fue ganando adeptos. Algunos de ellos confirmaron experimentalmente su tesis.

 El hecho de que la luz de las estrellas, al aproximarse a cuerpos como el Sol, se desvía, -y que contempla su teoría-  pudo confirmarse durante una eclipse de Sol en 1919. Ello fue una noticia a grandes titulares en el mundo y su fama se extendió. Se hizo  ciudadano del mundo, recibió premios y reconocimientos de distintas sociedades científicas y hasta se le adjudicó el Nóbel de Física en 1921, aunque por otra investigación ajena a la relatividad.

… Alberto Einstein, 1879-1955, había nacido en Alemania en el seno de una familia judía. A sus  quince años viajó a Milán con sus padres y luego a Zurich donde finalizó el liceo e ingresó al Instituto Politécnico y allí se doctoró. Buen estudiante y acucioso investigador, cualidad que desarrolló desde muy joven, lo llevaron a desarrollar importantes trabajos científicos.

 En 1902 consiguió un trabajo estable en la Oficina de Patentes de Berna, donde se desempeñó como examinador. Era una pequeña oficina con muy poca actividad y al disponer de tiempo, -que incluso le era remunerado- Einstein fue gestando su transcendental teoría.

. Poco dado a vanagloriarse con sus descubrimientos, confesó que la celebérrima fórmula la intuyó en un estado de vigilia y a partir de ella comenzó sus deducciones.

. Temeroso por la eventual  expansión del nazismo, en 1939 propició, -aunque no intervino- la fabricación de la bomba atómica por parte de los aliados. Luego en 1945, cuando la bomba ya existía, se retractó y reconoció públicamente su error por haberla respaldado e intentó sin éxito disuadir a los norteamericanos de utilizar el arma nuclear.

. Existe  un interesante enunciado atribuido al sabio, en el cual se denota una profunda aflicción y que dice así:  “Si mi teoría llega a ser  confirmada, Alemania dirá que soy alemán y Francia que soy ciudadano del mundo…; pero si fracasa, Francia dirá que soy alemán y Alemania que soy judío”…


 Publicado en el Diario La Antena de San Juan de los Morros, el 04. 01. 09