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EN BUSCA DEL TIEMPO PERDIDO


COLUMNA  DE  PAPEL                    Juan Yáñez

                                            Parafraseando el título homónimo  de la extensa y principal obra de Marcel Proust, (son nada menos que catorce volúmenes) se nos ocurre que no sería perder tiempo, reflexionar sobre esa premisa.
  Comenzaremos reconociendo que algunos, hemos perdido tiempo.
                              Marcel Proust necesitó mucho papel para explicar su larga búsqueda. Es ahora que al pasar los años, algunos  nos damos cuenta de tantos desatinos e inconveniencias innecesarias que se nos han ocurrido en el transcurso de la vida que nos tocó vivir y ello entre otros males con seguridad mas trascendentes  constituyeron indudablemente una perdida de tiempo.
                                     Todo ello sin contar las contrariedades que hemos ocasionado a terceros con nuestro proceder y la perdida de tiempo que ellos hubieron de soportar.
                  Si hay algo que reclamar y de ello algunos tenemos un bojote lleno, es a nosotros mismos.
                             No existe nada externo que justifique aquello que no se ha hecho bien.
         Si hemos de arrepentirnos será por mucho.

           De hecho ya lo estamos intentando. ¿Quién puede decir con propiedad?:-¡No me arrepiento de nada!    Así a secas y levantando la frente y prestos a desafiar a quien lo dude…
            Será que el orgullo y la soberbia  nos ensombrecen el alma y nos vuelven vacíos de todo sentimiento.
                             Notable es la característica de auténtica santidad, que practican  los verdaderos seres de luz, quienes preocupados  por la  extrema exigencia de pureza que les demandan a sus personas,  no escatiman esfuerzos ni sacrificios  para lograr su propósito.
                               Hay también en ellos una  capacidad de abnegación y honestidad  por lo que nunca se permiten la menor concesión ni privilegio.  Son ellos prontos a  reconocerse, (sin serlos)  tan pecadores como cualquiera, sin el menor atisbo de falsa modestia.
                                  Hay muchas cosas que el tiempo se ocupó de reparar y aquello que no se logró quedó sin remedio.  Volver atrás es imposible, el tiempo pasa inexorable y no se detiene jamás.
      ¿Entonces, cómo recuperar el tiempo perdido y reparar las acciones equivocadas?   ¿Será pidiéndoles perdón a los agraviados…? ..
                            Ello solo sería posible   en el caso que aún se encuentren presentes y si lo están,  quieran aceptar las disculpas. En todo caso podría intentarse y quizás conseguir una reconciliación.  A pesar de ello estimamos que puede no servirles a ellos de mucho y a nosotros tampoco, porque la conciencia siempre llevará la carga a cuestas.
           Las  palabras de perdón, dichas aún con emoción y franqueza, justifican en algunos casos un sincero arrepentimiento, pero  no alcanzan a remediar ni remotamente  los errores cometidos.
                   Entonces se nos ocurre que solo queda el perdón de Dios,  la reflexión  y el  reconocer nuestras culpas.
                                                También es ineludible descubrir en nosotros las cualidades que sin duda tenemos y volcarlas  hacia nuestros semejantes. Pensamos que esta última proposición nos hará recuperar el tiempo perdido.
                                         No dudamos que en la gran  mayoría de los desatinos cometidos, no existió una mala intención. Fue el ímpetu por vivir, las ambiciones y la intolerancia las que descuadraron la razón y la prudencia.
Dicho escuetamente, una sola palabra basta:  IGNORANCIA. 
 
   Hemos de descubrir en nosotros mismos aquello que escaseó en los momentos de nuestras vidas en que perdimos el tiempo. El tiempo algo sumamente valioso,  no abunda ni se detiene.
              Sería significativo que  aprovechemos el que nos queda, enalteciendo las virtudes y tratando de remediar lo que hoy está a nuestro alcance. Podríamos intentarlo..., sería una excelente decisión, un apropiado punto de partida para recuperar el tiempo perdido…



Publicado en El Diario La Antena de San Juan de los Morros,  Venezuela el  3 de mayo de 2009