marzo 21, 2015 9:41 pm
Tan patético, como risible, el esfuerzo del gobierno de
Maduro de solapar la verdadera causa por la cual la administración Obama
sancionó a 57 de sus altos funcionarios, acudiendo al truco sesentoso de acusar
al “imperialismo yanqui” de preparar una invasión del país dizque para
adueñarse de las reservas petroleras venezolanas.
Y de los cien presos políticos que pagan condena en las
cárceles por delitos de conciencia no dice una palabra, lo mismo que ignora que
el año pasado fueron asesinados 43 venezolanos en las calles por protestar, que
este año ya cuentan seis, que la tortura ya se practica en Venezuela como en
los tiempos de Gómez y Pérez Jiménez y que somos el único país del mundo donde
se promulga un decreto para autorizar a los cuerpos represivos a dispararle con
balas a los manifestantes.
El viernes antepasado apareció en una celda del SEBIN
-en la famosa “Tumba”-, el expiloto de la aviación comercial, Rodolfo Pedro
González, “El aviador” (según apodo que le endilgó Maduro), y detenido por
orden presidencial en abril del año pasado, con la acusación de que conspiraba
contra el gobierno, siendo sometido, desde entonces, a toda clase de torturas
psicológicas que terminaron incitándolo a quitarse la vida.
Es lo que practican como rutina los carceleros del
régimen, sobre todo en los sitios de reclusión donde, presuntamente, están los
opositores más peligrosos, ergástulas como Ramo Verde, Yare y Tocuyito, en las
cuales, Leopoldo López, Antonio Ledezma, el general Raúl Badúel, su hijo Raúl
Emilio, Alexander Tirado, los hermanos Guevara, y tantos otros, son sometidos a
requisas, privación de visitas y cualquier tipo de atropellos.
Pero las violaciones de los derechos humanos también
pueden suceder en las calles, sitios de estudio, trabajo, culto o diversión, en
los cuales, los cuerpos policiales, militares o los llamados “colectivos”
pueden accionar armas, lacrimógenas o esposas ante la más mínima sospecha de
que alguien pretende protestar o adversar, de alguna manera, las políticas de
Maduro.
Pero si hasta en las colas que son el signo de la
Venezuela chavista, madurista y socialista y que, con sus cientos y miles de
personas que permanecen día y noche tras la esperanza de que en algún momento
aparezcan los pocos productos disponibles para sobrevivir, se oye de repente un
disparo, un forcejeo, un grito y el ruido de un vehículo o moto que se lleva
detenido a quien, o a quienes, llamaron a “los pacientes a impacientarse”.
Son horrores que se conocen mejor de puertas afueras,
que de puertas adentro del país, pues el madurato empezó liquidando la poca
libertad de expresión que nos dejó Chávez al comprar, testaferros mediantes,
medios impresos, y radioeléctricos que el “Señor Presidente” de que habló
Miguel Asturias, usa con el encargo de que solo trasmitan sus discursos de
hasta cuatro horas y noticias de que el “país está feliz” y opiniones de
agentes gubernamentales que confirman que a los venezolanos les encanta el
socialismo.
En otras palabras: que la información de lo que ocurre
en las calles solo llega a través de los usuarios de las redes sociales,
tuiter, facebook, instagram, las páginas web y, en general, de cuanto pueden
ofrecer el ciberespacio y la Internet, que, milagrosamente, han coincidido con
el peor momento de la realidad política, económica y social del país como para
que sus habitantes no vivan y mueran en silencio.
Pero…!cuidado!…que los dictadores también navegan en
las redes y la Internet y cómo lo denunciaban recientemente los comunicadores,
Philip Bennet y Moisés Naim (El País: 22-02-15), en un estudio de consulta
obligada, “La Censura en la Era Digital”, pueden usar los enormes recursos de que
disponen para interferir o adulterar contenidos, publicar mensajes,
aparentemente, dirigidos a un tema cuando se busca subrayar otro, o confundir a
los usuarios con informaciones de oposición pero que, subliminalmente,
promueven la dictadura.
Desde luego que, en el caso venezolano, como en el
cubano, la barbarie puede perder la paciencia y ya hay tuiteros presos o
perseguidos porque el gobierno no comparte sus opiniones y siempre pende sobre
ellos la amenaza de que se les suspenda por horas o días el servicio en su área
de habitación o trabajo.
Ya hay varios presos (“Tenemos a los tuiteros del
terror presos” dijo Maduro en un discurso”), entre otros, Inés González, user
“inesitaterrible”; Víctor Andrés Ugas; Leonel Sánchez, María Magaly Contreras y
Daniela Benítez, acusados de conspiradores y enemigos de la revolución.
Sin embargo, sería estrechísimo circunscribir la
naturaleza del estado forajido de Maduro a sus andanzas exclusivamente
nacionales, y no referirnos al rasgo o perfil que también podría asegurarle uno
o varios capítulos en la historia del delito político global, como son sus
incursiones en Norte, Centro, Suramérica y el Caribe y su papel en el
risorgimento de las dictaduras bananeras que proliferaron durante el siglo
pasado.
En este orden, sus aventuras fueron las mismas que
Batista, Trujillo, Somoza o Perón, puesto que se dirigieron a financiar
proyectos dictatoriales, fundar dinastías y aliarse con los peores tiranos,
grupos o ejércitos que hacían causa en el mundo contra la libertad, la
democracia y el estado de derecho.
Los hermanos Castro de Cuba -o lo que queda de ellos-,
Daniel Ortega de Nicaragua, Rafael Correa de Ecuador, Evo Morales de Bolivia y
otros con niveles sinuosos de compromiso, como Lula Da Silva y Dilma Rousseff
en Brasil, y los esposos Kirchner en Argentina, hacen parte de una comparsa que
grafica la amenaza neototalitaria en una Latinoamérica con amagos de ser la
tierra de promisión de la restauración del estalinismo soviético.
Chávez, aportando los DOS BILLONES Y MEDIO DE DÓLARES
que le ingresaron al país durante el último ciclo alcista de los precios del
crudo (2004-2008) y los socios con los bolsillos siempre hambrientos por los
que se esfumó la última oportunidad de que Venezuela se modernizara y actualizara
económica y tecnológicamente.
Los escándalos recientes del HBSC, de la Banca Privada
de Andorra, y el Banco Madrid, donde altos funcionarios chavistas y maduristas
operaban con cuentas en dólares aportados por PDVSA sin duda que para entrar al
torrente del “dinero negro”, son prueba de que el “Socialismo Siglo XXI” sabía
algo más que desestabilizar gobiernos democráticos y exportar la revolución.
Es la punta de un iceberg que, pronto dejara ver su
fachada siniestra y helada en los paraísos fiscales del Caribe y países de Asia
y África y Oceanía.
Cuentas gigantescas que, aparte de PDVSA, podrían
originarse en los dividendos del “Cartel de los Soles”, responsable, según
informes de inteligencia de Estados Unidos y la UE, de que tanto como el 70 por
ciento de la cocaína que se vende en estos días en América y Europa, salga de
costas venezolanas.
Y, por pruebas que están saliendo de la triangulación
de las cuentas del HSBC, el Andorra y el Madrid, motor del refrescamiento de
las finanzas de otros estados forajidos como Rusia, Irán y Siria y de grupos
terroristas como Hizbolá y Hamas.
En otras palabras, que las actividades de un estado
opaco y decididamente criminal que, aplica para las tres exigencias que, según
el estudio de Joseph M. Humires, “Reconceptializing Security in the Américas in
the 21th Century”, son fundamentales para que un gobierno sea declarado una
amenaza para la comunidad internacional y la paz mundial: lavado de dinero,
narcotráfico y terrorismo.
Humires, por cierto, fue invitado esta semana a las
audiencias del senado norteamericano a dar su opinión sobre la actual crisis de
ingobernabilidad que cunde en Venezuela y es evidente que su testimonio será de
primer orden para el seguimiento del caso.
Pero como él, el de los millones de venezolanos que
pasan hambre porque Chávez, Maduro y sus socios en la región dilapidaron DOS
BILLONES Y MEDIO DE DÓlARES propiedad de los venezolanos para hacer una
revolución que, presuntamente, iba s destruir la democracia, la libertad y el
imperialismo; los cien presos políticos por delitos de conciencia condenados a
años de prisión sin pruebas ni el debido proceso, los familiares de los 43
estudiantes asesinados el año pasado “por protestar”, y los que lo piensan
antes de incorporarse a resistencia contra el madurado, porque los que esperan
policías, soldados y paramilitares armados hasta los dientes y decididos a
disparar.
Y estas son las causas reales, de verdad y sin
falsificaciones de por qué los Estados Unidos han sancionado a 57 funcionarios
del gobierno de Maduro y han declarado a su gobierno “una amenaza” para su
seguridad interna, y no porque tramen una invasión del territorio nacional para
apropiarse de un petróleo que no necesitan, puesto que, ya son el primer
productor de crudos del mundo y pronto serán el primer exportador.