ENTREVISTA
AL EXPRESIDENTE DE BRASIL
El
expresidente brasileño alerta de que hay “cosas podridas en la política actual”
ANTONIO
JIMÉNEZ BARCA São Paulo 4 JUL 2014
OPINIÓN del blog
Político al fin, no es
otra cosa…, pero esta apreciación, lejos de enorgullecerlo, lo hunde aún más en
esa hacina atestada de hipócritas, de embaucadores sociales, que desde los
comienzos de la civilización se aprovecharon de la ignorancia de la gente para
medrar en el poder y en su propio peculio. Ahora, en este discurso apuntalado en
un socialismo trasnochado como el de su caro amigo, Chávez, que no es ni
chicha ni limonada, sino un mejunje de sandeces, intrascendente, quimérico,
disparatado y en esa tónica trata de justificar lo injustificable y de paso
salir bien parado. Refiere el otrora sindicalista ante una rueda de prensa, con periodistas que no
vinieron por él, sino por el mundial de fútbol y certero aprovecha la ocasión. Como todos lo de su clase, (calamidad de
políticos asociados que se ocupan de beneficiarse con lo ajeno, como los que
mal gobiernan a Argentina, Uruguay, Bolivia, Ecuador, Venezuela, Cuba y otros), que acostumbran quejarse de lo que
la prensa escribe, sin querer aceptar lo que tantos les han dicho: “Si quieren que la prensa diga lo bueno que son, hagan
las cosa bien”. También se ocupa de la
juventud y a propósito dice: “Me
preocupa la desafección de los jóvenes”, pero bien sabe que las protestas no
son otra cosa que manifestaciones
adversas de los jóvenes, quienes hartos de gobiernos populistas, se han lanzado
a la calle, para exigir decencia. Asimismo se ocupa de algún comentario futil
del gobierno de su socia de ideología, la señora Dilma Rousseff, que se distingue
por su bien ganada impopularidad, en constante aumento, tanta que no puede mostrarse ante una
multitud, porque la pitan, sin pausa, ni clemencia...
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ENTREVISTA AL EXPRESIDENTE DE BRASIL
ANTONIO JIMÉNEZ BARCA São Paulo 4 JUL 2014
El
expresidente Lula da Silva durante la conferencia de prensa
Nada más
sentarse junto a un grupo de corresponsales extranjeros en São Paulo, Luiz
Inácio Lula da Silva, presidente de Brasil durante ocho años, mira a la
reportera de la CNN
y la sonríe: “Qué, ¿ya fue a ver los nuevos estadios? ¿Son bonitos eh?”.
Después coge el carrete y no lo suelta en dos horas, en las que hablará del
Mundial, de la organización del Mundial, de política, de economía y, entre
otras muchas cosas, de los secretos de la delantera argentina y del estado
anímico de la selección brasileña. Pero empieza con un reproche a la prensa
crítica, nacional y no nacional que, a su juicio, exageró los reproches y los
miedos antes de que empezara el campeonato. “Estoy convencido de que sin esa
prensa hubiéramos tenido muchos más turistas”.
Estoy
orgulloso de cómo se está desarrollando el Mundial", dice
El
expresidente brasileño añade que no es a él al que le correspondería hacer
balance del Mundial, sino a la presidenta,Dilma Rousseff, de su mismo partido,
el PT, pero que se ha visto impelido a ello por una razón: “Porque estoy
orgulloso de que todo esté pasando como tenía que pasar”. Lula se refiere al
desarrollo pacífico y festivo del Campeonato del Mundo, sin graves problemas de
infraestructuras, con los estadios (aunque inacabados algunos) llenos y
acogedores. “Las cosas no están saliendo tan mal como pronosticaban muchos”,
dice, repentinamente serio.
Furibundo
hincha de la selección brasileña, amante del fútbol desde siempre, Lula aseguró
que nunca lo pasó tan mal viendo un partido como el disputado entre Brasil y
Chile en octavos de final, y que se terminó llevando la anfitriona en la tanda
de penaltis: “Llega a durar un poco más y me tienen que llevar a urgencias con
un ataque al corazón”. El dirigente brasileño, antiguo líder sindical y
carismático líder de la izquierda en Brasil, recordó que en los tiempos duros
de la dictadura algunos compañeros de la clandestinidad, en ciertas reuniones
que se celebraban a la hora de partidos de la selección, se colocaban de
espaldas a la televisión. “Era su manera de protestar contra algo que
consideraban perjudicial para el pueblo. Yo no estaba de acuerdo, y me enfadaba,
yo apoyaba a Brasil, y eso no quería decir apoyar a la dictadura”.
Lula
considera que el resultado final del campeonato (“con permiso de los otros, yo
espero que gane Brasil”) no influirá en las elecciones de octubre. “Eso es
fútbol. Otras veces no ha influido. No tiene por qué ser ahora. El pueblo es
sabio. Los únicos que sacarán provecho si gana Brasil será Felipão
(seleccionador) y los jugadores”.
El
expresidente aseguró que las protestas se han diluido por una razón evidente:
“El pueblo brasileño quiere el Campeonato del Mundo. Yo no soy nada refractario
a las protestas. Tengo bursistis en los dos hombros de los golpes que me han
dado en las protestas en las que he participado. Pero hay un tiempo para las
protestas y otro para el fútbol. Y no era justo que el país se quedara sin
Mundial por las protestas. Después, yo estaré encantado de tener un país que
siga organizándose y siga protestando”. Y añadió: “Lo que me preocupa más es la
desafección de los jóvenes, porque no sé quién dijo eso de que la desgracia del
que no le gusta la política es ser gobernado por el que sí le gusta”. Con todo,
Lula adelantó que Dilma Rousseff quiere impulsar una reforma política de cara
“a ganar participación y transparencia”. Después añadió que no sólo hay que
reformar Brasil, sino otras muchas partes del mundo: “Hay muchas cosas podridas
en la política actual. Vea cómo ha terminado la Primavera Árabe, o lo
que significa que en la ONU
ni India ni los países latinoamericanos estén representados al más alto nivel”.
Lula insistió
en que mirar a Brasil o a Latinoamérica con ojos europeos exclusivamente
acarrea errores de perspectiva: “Mis compañeros sindicalistas europeos me
tachaban de radical hace décadas. Y yo les replicaba: ‘Mira, yo lucho por lo
que vosotros luchabais a principios del siglo XX’. Aquí estamos solucionando un
atraso histórico, de muchos siglos. Un ejemplo: en los últimos diez años hemos
creado tantas plazas universitarias como en los 100 años anteriores”. Y agregó:
“Entiendo que se quejen de los atascos, que haya turistas que clamen contra los
atascos. Pero esto significa que muchas personas que antes no podían se han
comprado un coche. Y hay otros brasileños que hasta ahora no podían que ya
viajan en avión, o que van a restaurantes, o a los cines. Y eso no gusta a los
brasileños de clase más alta que antes lo encontraban todo para ellos solos”.
Por
último, futbolero al fin, no pudo evitar decir cuál sería su final favorita en
el Maracaná: “Costa Rica es estupenda, una suerte de David luchando contra
muchos Goliat. Pero, ¡ay! una final Brasil contra Argentina…”