COLUMNA DE PAPEL Juan Yáñez

Hubo años atrás, una columna que semanalmente se publicaba en El Nacional, escrita por un médico, cuyo nombre, he olvidado. Su contenido, por demás entendible por cualquiera, llegaba al gran público, con un lenguaje ameno y tocaba temas de medicina que se extendían hacia todo aquello que conviene al quehacer humano. Entre tantos artículos allí escritos apunto uno del que solo recuerdo el fondo, −que es por demás interesante− y con ello intentaré dar forma al relato: Trataba de una mujer joven, enferma de úlcera gástrica, que sometida a diversos tratamientos no lograba curarse. Había intentado una y otra vez con diferentes médicos y métodos sin poder alcanzar la menor mejoría. Abatida y triste, soportaba el malestar y los dolores con resignación. En una oportunidad subiendo a un transporte público, la acosó el típico dolor de su enfermedad, que marcó un gesto de sufrimiento en su rostro. En aquel momento una pasajera que sentada en la parte posterior del vehículo, observó su actitud y con una seña la invitó a sentarse a su lado. La confortó tomándola afectuosamente por el hombro y con una seguridad sorprendente la interrogó así: …−¿Tienes úlcera… no? -- ella afirmó con un gesto y la pasajera continuó diciendo: −−Yo padecí bastante con una úlcera como la tuya hasta que gracias a Dios, me curé,……−¿Tienes con que anotar el nombre del remedio que me curó? Y sacando papel y bolígrafo de su cartera escribió el nombre del medicamento, que compró y tomó según le indicaron. Pasaron los días, fue poco a poco mejorando hasta que al terminar la caja de pastillas, se sintió notablemente aliviada, renovada, alegre y no sé cuantas cosas más. A todo esto, llega la fecha de la cita que con anterioridad fijó su gastroenterólogo y a ella concurrió. El médico la examinó y comprobó su mejoría. Asombrado por la milagrosa cura, e interrogándola sobre el tratamiento utilizado, ella le entrega la caja vacía del medicamento en cuestión. Entonces el asombro del galeno se agigantó convirtiéndose en estupor. Y no era para menos,…….al examinar las indicaciones del remedio se leía claramente: CONTRAINDICADO PARA PACIENTES CON ULCERA GASTRICA. De cosas así está el mundo lleno, y no es que los médicos no sepan, sino que nunca se termina de aprender. Lo que hace falta es vivir y estar abierto a las más incomprensibles posibilidades y así nos daremos cuenta que a veces,…. dos más dos, puede que sean cinco…….
Publicado en el Diario La Antena de San Juan de los Morros, el 11.05.08